top of page

Comienzos

 

Las geishas, tal y como las conocemos hoy en día, son relativamente modernas, ya que las primeras noticias que tenemos de ellas datan de 1700, pero en Japón ha habido mujeres que han realizado labores similares a las de las geishas desde antes de esa fecha. Hablamos de las saburuko de finales del siglo VII y de las shirabyōshi, en el siglo XII.

Saltamos en el tiempo hasta 1589. Gobierna Japón Hideyoshi Toyotomi, y en ese año, uno de sus favoritos, Saburoemon Hara, le pide permiso para abrir un burdel, que ya está bien de tener todo este negocio de la prostitución tan poco organizado. Hideyoshi le concede la licencia y se empieza a construir entonces un pequeño barrio cercado por vallas en la zona de Nijō Yanagimachi, en Kioto, al estilo estilo de los barrios de placer de la dinastía Ming en China, y es que todo está ya inventado.




 

En 1641 este primer barrio de placer de Kioto se traslada al sur de la ciudad ya que se encontraba demasiado cerca del Palacio Imperial, y es que pese a la actitud más permisiva de los japoneses frente al sexo, una cosa es ser abiertos de mente y otra muy diferente mezclar la corte con las bajas pasiones. Fue entonces cuando se le empezó a conocer como el “Shimabara de Kioto”

 

El éxito de Shimabara hizo que se empezaran a crear otros barrios de placer por todo el país, ya que los avispados japoneses de la época se dieron cuenta de que ahí había negocio. De todos los que se crearon, podemos citar Shinmachi en Osaka o Maruyama en Nagasaki, pero sin duda uno de los más famosos y activos fue Yoshiwara, que se encontraba en Edo, nombre que tenía por aquel entonces la ciudad que hoy conocemos como Tokio.

 

En estos barrios de placer había muchas clases diferentes de cortesanas, conocidas en general bajo el nombre yūjo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Había diferentes clases de cortesanas, en función de las capacidades artísticas de cada una, de la belleza, del dinero que ganara para sus patrones, etc., y además no eran clases cerradas ya que las muchachas podían ir subiendo de clase a medida que ganaban en popularidad o que mejoraban sus dotes artísticas. Así, estos barrios de placer daban servicio a un público muy diverso, ya que tanto si llegaba un samurái con poco dinero como si el cliente era un acaudalado prestamista, siempre había una cortesana adaptada a sus posibilidades monetarias, para que ningún cliente se marchara insatisfecho. Visión de negocio no faltaba, desde luego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A mediados del siglo XVIII, en las casas de té que hay alrededor de los templos sintoístas de Kioto y Osaka aparecen unas mujeres que se encargan de entretener a los peregrinos y viajeros, y sin duda, estas “animadoras” pueden considerarse hoy las precursoras más directas de las geishas, al menos en su vertiente femenina. Digo esto porque en realidad las primeras geishas eran hombres que previamente habían formado parte del grupo conocido como taikomochi (que podría traducirse como “el que lleva un tambor”). Estos hombres llevaban haciendo su trabajo dentro de los límites de los barrios de placer desde un siglo atrás y se dedicaban a entretener a sus clientes con baile, música y conversación en los banquetes que estos tenían con sus cortesanas, antes de retirarse a disfrutar con ellas de los placeres carnales. Y hasta 1750 no encontramos a la primera geisha mujer, que ni siquiera lo era como tal, ya que realmente era una cortesana que se autoproclamó geisha. Kikuya se llamaba y se hizo famosa sobre todo por sus dotes para el shamisen y el canto, más que por sus dotes carnales. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El desarrollo de las geishas femeninas, de hecho, estuvo conectado fuertemente con la introducción del shamisen hacia mediados del siglo XVI. Este instrumento de tres cuerdas se volvió extremadamente popular a lo largo y ancho de Japón gracias a que era relativamente sencillo de tocar y era el acompañamiento perfecto a muchas de las canciones populares de la época. Y aunque muchas de las cortesanas pronto incluyeron el shamisen entre sus habilidades, con el tiempo lo dejaron de lado o simplemente con tanto movimiento entre las diferentes clases de cortesanas su uso se perdió, dando vía libre a las geishas hombres para dedicarse a la parte musical del entretenimiento y más tarde fueron las geishas femeninas las que finalmente se convirtieron en las maestras de este instrumento de tres cuerdas.

bottom of page