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Geishas, Oiran y la prostitución (芸者や花魁 や売春)

La idea de que las geishas son prostitutas, perdura todavía entre mucha gente que desconoce su verdadera naturaleza y en que consiste su oficio.

Aunque este error puede venir derivado de antiguas practicas tales como la del mizuague, donde se vendía la virginidad de la joven, o incluso de la relacion entre geisha y danna.

Antiguamente no era de extrañar que familias vendiera a sus hijas a los hanamachis, donde comenzaban su aprendizaje como geishas, y estaba totalmente controladas por las dueñas de las casas de geishas, con las que siempre se encontraban en deuda, debido al dinero que se invertia en formarlas, por lo cual, a diferencia de como ocurre acutalmente, las niñas muchas veces no podian elegir voluntariamente el entrar en este mundo.

Por otro lado, antes del surgimiento de las geishas, existian las denominadas oiran (花魁), posibles antecesoras de las geishas. Sin embargo, las oirna, si que eran cortesanas de alto rango.

 

Entre las aficiones de la burguesía o comerciantes de la época Tokugawa era común visitar los barrios de prostitutas. La práctica era totalmente lícita y sin ningún tipo de reproche social por la infidelidad del esposo. Todo lo contrario, el poder costearte los servicios de una Oiran era prueba de buena economía y poder.

 

Las Oiran eran cortesanas de muy alto rango que desde pequeñas eran vendidas por sus padres a los burdeles y entrenadas para su profesión con un adiestramiento muy estricto y severo en el que no todas servían.

 

Una Oiran no sólo era una simple prostituta instruida en el arte del placer sexual, además hacían un servicio de entretenimiento que incluía las artes del baile, la música, la caligrafía, la poesía y la conversación (muy parecidas a las habilidades en las que las geishas son entrenadas).

Debían poseer además, un nivel intelectual que se consideraba esencial para una conversación sofisticada. Puede resultar sorprendente, pero por norma general, los clientes deseaban pasar más tiempo con entretenimientos artísticos en lugar de sexuales.

Pero no hay que olvidar que su mayor servicio era el sexual principalmente, para lo cual las instruían en la seducción, el placer sensual, los juegos eróticos y el coito. Se dice que desde que eran compradas, las entrenaban para tener una gran agilidad y destreza para adoptar toda clase de posturas sexuales.

 

 

 

Además, las Oiran eran conocidas por su extraordinaria belleza totalmente fuera de lo común, pues sólo aceptaban a las niñas más bellas, y si al crecer su belleza se deterioraba o no florecía como se esperaba, se la despachaba y se convertía en una simple prostituta vulgar, una Hashi.

 

 

Jerarquias

 

Entre las Oiran había un rango jerárquico para cada cortesana. La herencia familiar no sustentaba ninguna distinción especial entre sus pares, ni tampoco la experiencia, sino que se medía de acuerdo a su belleza, carácter, educación en las artes y cultura.

 

El rango más alto para una Oiran era la 'Tayū' (太夫 o 大夫?), la cortesana de los daimyo o soberanos feudales, y sólo los más poderosos podían esperar una oportunidad para considerarse un cliente habitual.

 

Después le seguían las 'Sancha' y las 'Umechas' para samuráis y burgueses adinerados, respectivamente. Más abajo estaban 'Zashikimochi' (literalmente, "Dueña del piso") y las 'Heyamochi' ("propietaria de la habitación").

 

Finalmente en el rango más bajo estaban las 'Yuujo' (遊女) y luego las Oiran que fueron expulsadas, las 'Hashi '.

 

Una aprendiz de Oiran se llamaba 'Kamuro'. Estas niñas de unos diez años, eran vendidas por sus padres a cambio de grandes cantidades de dinero, que ellas debían devolver al propietario del burdel trabajando como Yuujo. Algunas de estas pequeñas eran hijas de las propias Oiran. Las Oiran firmaban un contrato y, hasta su vencimiento, permanecían confinadas al barrio.

En Japón existió la trata de blancas; los traficantes de esclavas recorrían zonas rurales para vender a la niñas como prostitutas, actividad que se prohibió en 1959, fecha en la que se declaró ilegal la práctica.

El resto de mujeres adultas (Banto shinzo) que las acompañaban trabajaban como managers. Normalmente eran mujeres ya retiradas de la profesión o no lo suficiente atractivas para ejercerla.

 

Vestuario

 

El vestuario de una Oiran era muy ornamentado y complejo, mucho mas que del las geishas y maikos. Llevaban múltiples capas de kimono  bajo la capa exterior. El kimono que lucían se conoce con el nombre de uchikake hecho de seda, el cual también lo usan las mujeres como vestido de novia. Muchas veces, para parecer que llevan aún más capas de kimono, se ponían unos cuellos de kimono con varias telas. Los colores del kimono eran muy brillantes, con diseños muy grandes, más extravagantes y exagerados que los de maikos y geishas.

 

El obi o cinturón también era de seda, y de grandes dimensiones. El obi de una Oiran se ataba siempre en la parte frontal, no en la trasera, al contrario que las maikos y geishas. Esta forma de atar el obi tiene su origen en la época en las que ellas ofrecían servicios sexuales. Atarse el obi por delante las permitía quitarse y ponerse el kimono en menos tiempo y además, ésa era la práctica de las mujeres casadas, una Oiran era, en cierta manera, "una esposa para la noche".

 

El calzado consistía en unos getas de madera lacada en negro, con cintas de color rojo generalmente. Solían medir hasta unos 30 cm de altura. Por ello, cuando desfilaban por la calle, necesitaban un ayudante para que las sujetara.

 

Por otro lado, se maquillaban la cara de blanco con plomo y se intentaba destacar el contorno de los ojos con un lápiz rojo. Sólo se pintaban el labio inferior. El cuello se pintaba con tres rayas blancas. Además, en la parte superior de la frente, puede verse en algunas ocasiones que se hace una forma de V en la parte central, para dar forma de corazón a la cara.

 

Los peinados de una Oiran eran muy recargados. Solían tener siempre un peinado típico. Lo que caracterizaba a esta forma de peinarse era el gran recogido que se hacía en la parte trasera de la cabeza y una curva más exagerada que la de las geishas a los laterales de la cabeza. Además de ello, siempre llevaban muchos adornos. Solían llevar a partir de ocho adornos para el pelo. Los colores predominantes de estos adornos son el amarillo y el rojo.

 

 

 

Como podemos observar, debido al parecido en la vestimenta, peinado y maquillaje de las Orian y de las Geishas, y el hecho de que ambas profesiones requerían una sofisticada forma de ser, con la Segunda Guerra Mundial, las Oiran, particularmente en onsen, queriendo aprovechar el prestigio de las Geishas se promocionaban de tal forma ante los turistas (japoneses y extranjeros).

Sin embargo hay claras diferencias entre una Orian y una Geisha, no sólo en apariencia, sino también en los servicios.

Aunque las dos cultivaban el arte de la danza, la música, la caligrafía y la conversación entre otras artes, no debemos olvidar que las Oiran eran prostitutas de lujo y sus servicios eran sexuales, mientras que el de las Geishas era puramente entretenimiento.

Dentro del cometido de la Geisha podía producirse el flirteo o el coqueteo con los hombres, así como juegos de insinuaciones, sin embargo, los clientes sabían que no podían esperar nada más allá. Por el contrario, el propósito de una Oiran es proporcionar placer sexual, acompañado con entretenimientos como recitar versos, tocar instrumentos musicales, o mediante la conversación.

Durante el período Edo, la prostitución era legal y las prostitutas, como las Oiran estában autorizadas por el gobierno. Por el contrario, las geishas tenían estrictamente prohibido la prostitución, y estaba oficialmente prohibido que tuvieran relaciones sexuales con sus clientes.

 

 

Con el paso del tiempo, las Oiran pasaron a tener un estilo de vida aislado de la realidad, encerradas en los burdeles y dentro de un barrio dedicado al entretenimiento y al placer. Por esta razón, su cultura fue evolucionando cada vez más hacia un alto nivel de etiqueta.

Pero esta situación, en lugar de atraer más clientes, poco a poco fue alejándolos. Un cliente corriente no podría pagar para obtener este tipo de servicios y, para disfrutar de ellos, debería tener un alto nivel cultural, ya que si no no disfrutaría de la misma manera de sus artes.

Con la aparición de las geishas, además, la crisis de las Oiran fue aún más grande. Las geishas quitaron el protagonismo de estas prostitutas, y cada vez más las geishas ganaban importancia. La última Oiran data de 1761.

 

Actualmente, el oficio que desempeña una Oiran original no se realiza. Sólo perviven sus tradiciones culturales.

Para rememorar esta cultura en extinción, cada año en Japón se realizan desfiles de Oiran por las calles. Son mujeres que se dedican a aprender la cultura de estas cortesanas, pero también hay algunas mujeres y niñas que se ofrecen voluntarias para desfilar disfrazadas como Oiran. Este desfile se conoce con el nombre de Oiran-dochu.

El Bunsui Sakura Matsuri Oiran Dōchū celebrado en Tsubame (Niigata), es un desfile muy importante. Es gratuito y en él desfilan las tres Oiran que perviven hoy en día, llamadas Shinano, Sakura, y Bunsui. Se celebra en abril. Las Oiran desfilan acompañadas por sus ayudantes y sirvientes. Siempre van de la mano de su sirviente (que es un hombre), que les ayuda a caminar. También se puede conocer este desfile por el nombre de Echigo no yume-dochu.

 

 

 

También existe por otro lado la equivocación generada por las onsen geishas, mencionada brevemente anteriormente, que trabajan en ciudades onsen como Atami.

Las onsen geisha han ganado una mala reputación debido a la prevalencia de prostitutas en dichas ciudades, que se autodenominan a ellas mismas geishas, sin serlo realmente.

Las verdaderas onsen geisha son en realidad bailarinas y músicas competentes, geishas en toda regla. Sin embargo, antiguamente, debido a la confusión creada por las prostitutas que se promocionaban bajo el titulo de geisha, las verdaderas onsen geisha se encontraban muchas veces en posiciones donde sufrían mucha presión para involucrarse en el mismo tipo de actividad que las prostitutas.

 

 

Así podemos observar que las trayectorias de geishas y prostitutas han convivido en el tiempo, y por ello en ocasiones la línea de diferenciación, la frontera entre ambas profesiones se ha llegado a difuminar y entremezclar, manchando la reputación de las geishas, y dando la idea equivocada de que estas son "prostitutas japonesas".

En una entrada aparte, trataremos también el tema de la figura del "danna", que también ha podido ayudar a que las geishas sean percibidas como prostitutas por muchas personas desconocedoras de este mundo.

 

 

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